BRECHA SALARIAL


      Que en el mundo una de cada cuatro mujeres haya sido violada, o que dependiendo del país, de una a tres mujeres de cada cuatro, sufra violencia física de manera habitual, es dramático. La indiferencia de la sociedad ante esta situación es tristísima, y que por ejemplo una parte de la afición del Real Betis (un grupo fascista autodenominado Supporters Gol Sur) aliente la violencia machista de uno de sus futbolistas, Rubén Castro, al grito de “No fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien” sin que la autoridad competente actué, es lamentable.

      Pero hay otros tipos de violencia, menos visualizadas, que contribuyen a perpetuar la desigualdad de género, siendo ésta la suma de múltiples brechas, que son los indicadores que permiten visualizar y cuantificar la desigualdad existente. Y todos han empeorado con la crisis.

      Sin hablar de educación, sanidad, servicios públicos, responsabilidades familiares,… sólo en lo estrictamente laboral: las mujeres ocupan menos empleos y de peor calidad, más desempleo, tienen más temporalidad y más precariedad, mayores tasas de contratación a tiempo parcial. Hay una clara segregación horizontal y vertical, que en vez de hablar de paredes o techos de cristal, nos presenta un laberinto de cristal en el que las mujeres no pueden desarrollarse en plenitud o al menos en igualdad de condiciones que los hombres.

      Quizás la más importante es la brecha salarial, porque entiendo que es directamente proporcional a la falta de autonomía e independencia de las mujeres para codecidir en el espacio público. En Asturies, en el 2012, una mujer ganaba de media anual, 6.227 € menos que un hombre. A la hora, 3,51 € menos. Lo que además penaliza las pensiones y el desempleo, Se puede afirmar que la pobreza tiene cara de mujer.

      Y es que en todas las Comunidades Autónomas, en el ámbito público y en el privado, en todas las ocupaciones, en todos los sectores, en todos los tramos de edad, en todos los niveles de cualificación, los salarios medios de las mujeres fueron inferiores a los de los hombres, por igual trabajo o trabajo de igual valor. ¿Hasta cuándo lo vamos a consentir?
 

jmzapico@asturias.ccoo.es