En la larga noche del franquismo a los militantes antifascistas intentaban desprestigiarlos con aquello de que disfrutaban de todo tipo de privilegios, proporcionados por el oro que durante la Guerra Civil, supuestamente el Gobierno de La República había depositado en la Unión Soviética.
Y es que, junto con la represión y la tortura, a los hombres y mujeres que sacrificaron su vida por ideales de justicia, libertad e igualdad, desde el gobierno de Franco con la clara vocación de desmovilizar la creciente oposición al Régimen, se les insultaba para intentar dañar su ejemplo de resistencia y de lucha.
Hoy, cuando la crisis del sistema capitalista ha puesto al descubierto la avaricia de los especuladores, la servidumbre de los partidos liberales y socialdemócratas, y el avance de la barbarie, en forma de guerras y miseria, arrecian los ataques contra las organizaciones sindicales de clase y las personas que las formamos, como nunca se había visto en los últimos treinta años.
Guste más o menos, somos, sino la última, la trinchera más importante que les queda por tomar, en este festín de socialización de perdidas y de privatización de beneficios.
Es significativo, que las embestidas más crueles se dan por una derecha política y económica que se niega a discutir sobre la Constitución Española, y olvidan que es precisamente en ella, donde se nos reconoce nuestra interlocución dentro del Estado social y democrático de Derecho en el que supuestamente vivimos, refrendado cada cuatro años por lo trabajadores con su voto, y de la que se derivan recursos, ligados a nuestra responsabilidad, al igual que al resto de formaciones políticas y sociales. Lo que no dicen es que CCOO con las cuotas que pagamos sus más de un millón doscientos mil afiliados/as financia perfectamente su actividad sindical.
Quién ha tenido que acudir a nuestra organización sabe que la inmensa mayoría de las personas que participan en ella, son militantes sin crédito horario sindical ó con apenas quince ó veinte horas mensuales, que dedican su tiempo libre a ayudar a los compañeros/as en el puesto de trabajo y a quién lo demande en nuestros locales, una labor desinteresada e injustamente, muy poca valorada.
Afortunadamente, algunos/as de ellos/as son aquellos/as a los que se les acusaba de estar a sueldo de Moscú, que siguen dándonos ejemplo, al pie del cañón en el local de Pensionistas y Jubilados ó en cualquier movilización junto con los más jóvenes, recordándonos que estando el enemigo estamos nosotros, los trabajadores/as organizados. Y como recientemente me dijo uno de ellos, “al sindicato pasai como a la salud, échense en falta cuando no los tienes”.
jmzapico@asturias.ccoo.es