
Están ahí, a nuestro alcance, sólo
necesitamos ponerlos en valor, dejar de mirarlos como algo viejo, abandonado e
inservible; y reconocerles la valía de lo antiguo para, con un desarrollo local
coherente, generar entorno a esos bienes, actividad económica: pozos, castilletes,
bocaminas, chimeneas, locomotoras, puentes, estaciones, fábricas, talleres,
sanatorios, escuelas, viviendas, molinos… también lo inmaterial, como la
memoria histórica asociada al mundo del trabajo y sus vicisitudes.
En este sentido, en los últimos años,
se ha tomado alguna iniciativa pero de manera independiente al territorio y aisladas.
Incluso en muchos casos compitiendo entre sí. Estoy pensando en el Ecomuseo del
Valle del Samuño y el Pozu San Luis, en el Museo de la Minería y el Pozu San
Vicente, el Museo de la Siderurgia (Valnalón) o ahora con las visitas al Pozu
Sotón, recientemente catalogado como Bien de Interés Cultural con la categoría
de monumento. No son los únicos, pero sin duda, es un buen punto de partida, ya
que son equipamientos de primer orden, a cual más interesante, pero me atrevo a
afirmar que por sí solos están condenados al fracaso o al simple ostracismo.
Por el contrario, su éxito radicará
en la capacidad de generar una dinámica de colaboración, para lo que es
necesario que las tres Administraciones implicadas compartan espacio, con los
agentes sociales y vecinales, desde el que coordinarse para impulsar una oferta
cultural y turística complementaria, y que abarque a las comarcas mineras, en
esta materia, como a un todo.