A punto de cumplirse el
primer año de la inauguración del HUCA tengo la adversidad de llevar varios
meses ingresado como paciente en la unidad de rehabilitación. Una experiencia
que si en lo personal es muy dura, se agrava más si cabe, ante el incorrecto
diseño de las nuevas instalaciones y la falta de recursos, tanto humanos como
de materiales, con los que tenemos que superar el día a día los usuarios/as y nuestras
familias, así como los empleados/as públicos.
Estas líneas están
escritas desde el más firme compromiso con el sector público y en especial con
la sanidad pública, pues toda mi vida se ha caracterizado por luchar por la
mejora de las condiciones laborales de la clase trabajadora y por lo tanto, es
un bien común incuestionable, que tenemos el deber de preservar y mejorar.
No en
vano, el sistema sanitario español se encontraba no hace mucho entre los
mejores del mundo por sus logros en equidad y en calidad, de tal manera que el
común de la ciudadanía no podría acceder a esos estándares en la sanidad
privada. Pero con la crisis como excusa, los recortes que ha sufrido son
brutales, en la búsqueda de nuevas oportunidades de negocio para unos pocos en
detrimento de la inmensa mayoría de la población.
Por
ello, humildemente, me veo en la obligación de denunciar la situación que
existe en este Hospital, en el que se han invertido más de 300 millones de
Euros, y que sin embargo a pesar de su bonita apariencia, no está dotado en su
contenido de los mínimos necesarios para poder hablar de un correcta protección
y cuidado de la salud.
La
realidad que percibo es que no encuentro una voluntad política por parte del
Gobierno de Asturies para proteger la salud de los y las pacientes en este
Hospital.
En
concreto los trabajadores y trabajadoras que me atienden, ante la falta de
personal, que es totalmente insuficiente, son explotados sin miramiento, con lo
que esto conlleva pues sufrimos una grave falta de atención con tiempos de
cuidados y dedicación demasiado cortos, en necesidades básicas como el aseo.
El aire
acondicionado, que es el único sistema de ventilación habilitado, puesto que
todas las ventanas del hospital están cerradas sin posibilidad de apertura, es
un claro riesgo para la salud, que en mí caso tengo claro que me produce
constantes dolores de cabeza y garganta seca. No me quiero ni imaginar lo que
estarán sufriendo personas enfermas con trastornos respiratorios.
No se
concibe en un hospital nuevo, el elevado número de averías que se producen de manera
constante, incluso con ascensores fuera de servicio pues su estado es de
auténtica ruina. La falta de control de entrada y salida, ya no sólo de los y
las visitantes sino incluso de las personas ingresadas. O incluso, la falta de un
lugar idóneo para la llegada de ambulancias de urgencias, son ejemplos del caos
y los despropósitos que puedo observar de manera cotidiana. La escasez de
materiales que ha llevado al cierre incluso de quirófanos daría para largo.
Sobre la comida y los
tiempos para ajustarla a la medicación, se debería también corregir, pues
“Manolin”, el robot que nos la trae, por más que se lo explico, no entiende de
flexibilidad. Y que llamen a mí casa, a mí mujer, para que venga al HUCA para
hacer determinadas pruebas médicas, estando ya hospitalizado aquí, es
simplemente una broma de mal gusto.
En
definitiva, creo que es necesario recordar una vez más, que a la salud le pasa
como a los sindicatos, la echamos en falta cuando no la tenemos. Y por ello,
nadie está libre de tener que ser atendido en este Hospital, por lo que
entiendo que es un deber de todos y de todas, y por supuesto con la máxima
responsabilidad de quién nos gobierna, de defender un sistema social y
democrático, en el que podamos tener desde que nacemos hasta que morimos una
existencia digna, en el HUCA, también.
Antonio Alarcón Fonseca.
Vocal de la Ejecutiva de la Unión Comarcal de CCOO Nalón.
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