La infancia es un lugar en el tiempo en el que modelamos
nuestra personalidad a través de las experiencias compartidas con la familia y
nuestras amistades. En esos años un entorno de felicidad es determinante para
crecer como personas y llenar nuestra mochila de valores con los que afrontar
los retos que nos depara la vida.
Sin duda en mi caso, y sé que en el de muchos amigos, las
horas y horas que pasamos pegando patadas a un balón a orillas del río Nalón,
nos han marcado para bien.
Y ahora
que se celebra el sesenta aniversario de la fundación del Alcázar Club de
Futbol de Sama de Langreo, creo que es oportuno agradecer a todas aquellas
personas, que durante décadas han dedicado su tiempo libre, para hacer posible
que miles de niños pudiéramos pasar por las instalaciones de Los Llerones para jugar,
divertirnos, y soñar que un día pudiéramos ser futbolistas. Han facilitado que
cuajasen amistades eternas, con ellos aprendimos a ganar y a perder, a ser
perseverantes y a esforzarnos… Entrenadores, directivos y socios que colaboran,
para hacer una labor en el futbol base impresionante. Entre todos ellos,
personalmente, quisiera destacar a Ricardo Fuente González (Calo) directivo y
presidente en mi época, que igual pintaba el campo, que vendía “rifes” o te
preguntaba si habías hecho los deberes para poder ir a entrenar.
Como
en Sama no jugaba mucho, en cadetes, pasé al Club San Esteban de Ciañu, donde
pude conocer a otro gran presidente, Ramón Secades. Uno de los imprescindibles
de la Cuenca. Las experiencias que vivimos por entonces, y que hoy en día este
tipo de entidades deportivas siguen dando a otras generaciones, fueron
fantásticas y nunca les podremos agradecer como se merecen su labor
desinteresada.
Las
Administraciones deberían de volcarse con el deporte base, toda inversión
económica que se realiza es devuelta a la sociedad con creces, por ello es
justo que la grada, ese objetivo anhelado por la afición del Alcázar, sea más
pronto que tarde, una realidad.
jmzapico@asturias.ccoo.es